Avelina Merino (LA CRONICA -México)
28 de marzo
Una reflexión para trabajar en equipo dejó como saldo el Challenger de Marcha que se desarrolló el reciente fin de semana en Tlalnepantla, Estado de México donde sólo Eder Sánchez y Omar Zepeda alcanzaron para México dos segundos sitios, en 20 y 50 kilómetros, respectivamente.
Digo reflexión porque las autoridades del deporte, llámense Federación Mexicana de Atletismo (FMA), Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) y Comité Olímpico Mexicano (COM), hicieron poco, casi nada, para que todos los involucrados en la caminata trabajaran coordinadamente en el sexenio que está a ocho meses de concluir.
Lo único real es que ninguno de los tres organismos desconoce que la caminata está más dividida que nunca, tan dividida como lo han estado en el mismo periodo la misma Conade, el COM y la Confederación Deportiva Mexicana (Codeme).
En otras palabras, la caminata es sólo un reflejo de lo que también sucede en las altas esferas del deporte mexicano, pero con la diferencia de que la actual administración de la Conade ya se va.
En el caso de los marchistas unos aunque veteranos continúan porque no hay quienes los releven con calidad y por eso seguimos viendo a un Bernardo Segura, a Daniel García o Graciela Mendoza aferrados a seguir, aunque aceptan que su mejor época quedó por lo menos un lustro atrás.
Hasta los andarines extranjeros que participaron en el Challenger, como el ecuatoriano Jefferson Pérez o el español Jesús García Bragado, se percataron de que algo no anda bien y lo lamentaron porque México se había caracterizado por estar a la vanguardia de esta disciplina en el mundo.
Pero qué sucedió. Después de que Noé Hernández y Joel Sánchez ganaron plata y bronce, en el mismo orden, en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, más de una persona quiso ser entrenador de esta disciplina y lo consiguió como fuese. La FMA, la Conade y hasta el COM los aceptaron.
Se veía y fue una disciplina rentable para los ojos de quienes consiguieron el puesto de entrenador y surgió una piratería de los contados andarines antes que trabajar en la nueva detección de talentos.
La lista de los nuevos instructores de marcha creció tanto que hoy día superan a la de los mismos andarines y más de uno ha llegado a decir "esto ya no es negocio, hay que dedicarnos a otra cosa".
Desde mi punto de vista es lo más ético porque para enseñar sin buena técnica y profesionalismo es decir adiós, antes que seguir derrochando el prestigio que esta disciplina logró con el profesor Jerzy Hausleber, y dejar que los nuevos "garbanzos de a libra" encuentren al entrenador comprometido con su deporte antes que con la grilla y la política deportiva.
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